lunes, 13 de agosto de 2012

Presentación de la idea

Hoy las práctica de lectura y escritura requieren la comprensión de las múltiples
y  complejas maneras en que lo escrito, lo oral y lo audio visual se
integran en sistemas de hipertexto multimodales.
Inés Dussel

En  el libro “La tercera fase”, Rafaelle Simona (2001) muestra de manera sutil e inteligente la profundidad del cambio en los modelos de inteligencia y las formas de adquirir conocimientos que caracterizan a nuestro tiempo. “Se trata de los siguiente: a finales del siglo XX hemos pasado gradualmente de un estado en el que el conocimiento evolucionado se adquiría sobre todo a través del libro y la escritura (es decir, a través del ojo y la visión alfabética o si se prefiere, a través de la inteligencia secuencia) a un estado en el que éste se adquiere también -y para muchos principalmente- a través de la escucha ( es decir, el oído) o la visión no-alfabética (que es una modalidad específica del ojo), es decir, a través de la inteligencia simultánea. Hemos pasado, así pues, de una modalidad de conocimiento en la cual prevalecía la linealidad a otra en la que prevalece la simultaneidad de los estímulos y de la elaboración”.
La institución escolar debe enfrentar entonces los problemas que se derivan de la necesidad de articular dos lenguajes y dos modos de aprendizaje diferentes: aquel que es propio de la tradición escolar y está basado en la lectura, el estudio y el avance de lo simple a lo complejo que supone un trabajo lineal y ordenado, por un lado; por otro, el lenguaje de los medios de comunicación y de la informática, que implica la adquisición de un “conocimiento en mosaico”, caracterizado por los montajes temporales y la fragmentación, por el hipertexto que implica un nuevo modo de leer, por la mezcla de información y ficción y por la sup0erposición de géneros estéticos. En este sentido, dice el catalán Joan Ferres (1998) “mientras la cultura tradicional era limitada en conocimientos, pero organizada, coherente, estructurada, la cultura mosaico se caracteriza por el desorden, la dispersión, el caos aleatorio”. Así es la estructura narrativa de la televisión, pero también la de casi todos los medios de comunicación con los que se relacionan cotidianamente los jóvenes.
Hoy es casi un lugar común decir que las escuelas deben incorporar las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (NTIC). Tanto quienes creen que la sociedad tal como está “funciona bien” y sólo hay que hacerla más eficiente, como quienes sostienen que la “brecha digital” es uno de los determinantes de las desigualdades del mundo (por su impacto en la economía, en la cultura y en la sociedad) coinciden en señalar que los aprendizajes de los alumnos se verían beneficiados por la introducción de computadoras y otras formas digitales de comunicación y procesamiento de la información.
Por otra parte, en muchos sectores de la sociedad se comparte la idea de que poniendo computadoras en todas las escuelas, enseñando Internet y comprando buen Sofware educativo, se mejora casi automáticamente la enseñanza. “Estar conectado” y acceder a flujos continuos perpetuamente renovados de información sería casi un sinónimo de buenos aprendizajes.
Este consenso, sin embargo, no es total. Enfrente una activa oposición de quienes creen que la tecnología es algo aleatorio ante otras urgencias muy dramáticas, como el hambre, la falta de salud, de vivienda y de agua potable. Junto a este argumento sociológico nada desdeñable, se alinean aquellas tendencias en educación que tienen a resistir y rechazar cualquier renovación del currículo académico tradicional que incorpore la tecnología y la cultura contemporánea.


Es necesario poner en discusión tanto la posición que adhiere acríticamente a las bondades de la tecnología, como aquella que la rechaza de plano, y comenzar a plantearnos las complejas relaciones que ya existen y que se establecen entre las nuevas tecnologías, las tecnologías clásicas que trata la escuela, y la sociedad. En este sentido, en un libro publicado en los Estados Unidos , se argumenta que las computadoras son el ítem más sobrevendido y más subutilizado de la educación, y que su introducción en el paisaje escolar no cambia nada por sí mismo si no va acompañado de otros cambios y replanteos.
Pero también cabe decir, en la dirección contraria, que si no se incorporan computadoras a las escuelas y nuevas formas de procesamiento y circulación del conocimiento, la porción de la cultura que transmitiremos a las nuevas generaciones es considerablemente más pobre de lo que hay disponible socialmente para ellas.
Por otra parte, de no incorporar las NTIC, la escuela misma se vería privada de una fuente de renovación y pluralismo cultura, político y social de gran importancia en la vida contemporánea, y que introduce desafíos estimulantes para la organización escolar, tanto en las relaciones de poder y autoridad que propone como en las relaciones con el saber que promueve.
En El mundo anglosajón, hoy se habla de “e-literacy” o alfabetización electrónica o digital para referirse a la educación que permite conformar una relación crítica, informada y productiva con las NTIC. En una reflexión que abarca la enseñanza de la lectoescritura, las matemáticas, la informática y los medios, se señala que las nuevas prácticas alfabetizanción hacen referencia a la capacidad de leer y escribir distintos tipos de textos, signos, artefactos, matices e imágenes a través de los cuales nos vinculamos y comprometemos con la sociedad en sentido amplio.
“Hoy las práctica de lectura y escritura requieren la comprensión de las múltiples y complejas maneras en que lo escrito, lo oral y lo audio visual se integran en sistemas de hipertexto multimodales.” Inés Dussel. Con la alfabetización digital no se trata de manterner apagada la computadora o de pelearse como ludditas (aquellos destructores de máquinas de principios de siglo XIX) con las redes, sino de pensar los usos y las posibilidades que se abren a partir de los nuevos desarrollos. Una vez más lo importante no es la tecnología en sí sino lo que hagamos con ella, lo que enseñamos acerca de sus ventajas y potencialidades y, tambien, acerca de sus límites. En síntesis, podemos operar con una tiza o una notebook, lo central es cómo logra el alumno un buen aprendizaje. Es decir, cómo opera con el conocimiento y qué estrategias cognitivas pone en juego al momento de apropiarse de la información y finalmente qué cosas diferentes puede producir con lo que los docentes les transmitimos.
Eso implica “pensar a los alumnos como productores culturales por derecho propio” (Zinder y otro, “Building Equitable Literate Futures: home and school computermediated literacy practices and disadvantage”). Esto tendrá consecuencias tanto en la forma como encaren su propio proceso de aprendizaje y su capacidad de proyectarse hacia el futuro, como en ocupar un lugar distinto como sujetos políticos con igualdad de derechos.